El timbre le indicó que lo llamaban a trabajar después de mucho tiempo. El gordo, a duras penas se levantó del sillón que por meses había soportado su culo apelmazado. En el trayecto hasta la puerta pateó infinidad de botellas vacías de vodka, ceniceros llenos , platos sucios con restos de comida y hasta alguna bombacha abandonada. Hacía meses que no se bañaba y el olor era insoportable. ¡Por lo menos no tengo que afeitarme!, pensó. Se puso ese ridículo traje rojo - gorro incluído – y se subió al trineo que lo esperaba en la puerta.
Escribimos y materializamos los pensamientos en palabras. Transformamos lo abstracto en material, lo fantástico en creíble. Nos desapegamos de nuestros sentimientos. Pero, ¿es para siempre?
Oscar R. Ruiz
(en algún lugar tengo que poner y mostrar lo que escribo. Hasta ahora, no encontré uno mejor que éste)
El blog de Oscar Ruiz
El blog de Oscar Ruiz
26/12/11
29/10/11
SOBRE "EL ARGENTINO" UN SABADO MAS
La mañana de sábado esta fría y ventosa -asunto meteorológico extraño, el calendario marca veintidós de Octubre-. Un poco más tarde que de costumbre y algo golpeado, consecuencia de la trasnochada de ayer, muevo rumbo a El Argentino. En algún momento que no puedo precisar con exactitud -dos o tres meses atrás- se instalo en mi una convicción : El olor de las viejas mesas de madera y los tangos que flotan en el aire, me ayudarían a recordar vivencias de mi infancia y adolescencia.
Traspaso la puerta pintada de rojo, ¿amuleto contra la envidia? , y saludando relojeo rápidamente el ambiente.
Mi mesita mistonga , la de siempre, la que esta pegadita a la vidriera desde donde veo la cúpula de la capilla de Nuestra Señora del Huerto, esta mañana está ocupada por un cuarentón largo, pinta de gilum aporteñado, vestido apendejadamente, y a juzgar por el marquerio de la ropa que lleva y el BMW estacionado en la puerta, con billetera importante . Se ve desde lejos que pretende lucirse con La Señorita de Turno, haciendo gala de ser un gran descubridor de tesoros tangueros escondidos en la Perla de Mar del Plata. La verdad es que desentona un poco con el lugar. Que le voy a hacer – pienso- Me jodo por llegar tarde.
En la mesa del recuerdo, hoy ampliada, hay un artista joven –seguramente músico-, acompañado por su hijo o sobrino y además está sentada también la periodista de espectáculos del diario local. En la otra mesa grande que da sobre España también hay varios clientes que no he visto en otras mañanas de sábado. El “Facha” Facundo hoy no vino a desayunar. Y a pesar del viento, hay dos amigos tomando cerveza en la mesita de la vereda
En la única mesa libre que puedo conseguir, el Polaco me canta al oído, Diego me custodia como un granadero y el tordo Leloir con el delantal roto y su pobreza de laboratorio, me da la espalda pensando en vaya a saber qué cosa de los nucleótidos de azúcar. Le pido a Agostina -la encargada de la mañana-, un café doble apenas cortado con leche fría y dos medialunas saladas. Me acomodo, desparramo la carpeta y los papeles sobre la mesa.
El gilum aporteñado, okupa de mi mesa, sale a buscar algo al BMW. Vuelve enseguida con un paquetito envuelto para regalo que le entrega a La Señorita de Turno, al tiempo que le dice algo al oído, provocando su alegría explicita.
El artista joven empieza a repartir, a pedido, fotos de él. Algunos le piden que las autografié y al darme cuenta, por sus gestos inequívocos, que no tiene lapicera le acerco la mía, ya que por ahora no la uso. Agradecido el joven me ofrece una foto firmada, a modo de trueque, lo cual declino amablemente.
Me llama la atención que esta mañana El argentino rebosa de movimiento, tanto que ni puedo escuchar el tango de fondo que suena bajito ¿ansiedad o emoción previa a las elecciones? Quizás, No lo sé. Tengo la sensación de que las voces están más altas que otros sábados, o ¿seré yo?. Ante lo inevitable me pongo a mirar los retratos que, en un desborde de argentinidad tapan prácticamente toda la pared principal del bar. La mezcla increíble de personas y personajes poblando ese pedazo del bar es una radiografía casi perfecta de la composición genética del ser nacional : Hay de todo y para todos : desde Actores, Políticos y Ex Presidentes a Combatientes Revolucionarios, Cómicos y Escritores , hasta un mapa de las Islas Malvinas , todos mezclados compartiendo el mismo lugar y espacio de tiempo . Antinomias y Acuerdos. Héroes y Miserables. Es bastante loco, igual que nosotros y tiene mucha lógica. “igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches” canta desde la foto Discepolin.
Levanto la vista para ver por la vidriera que da a la calle Ayacucho, y me choco con mi propia imagen reflejada en el espejo ovalado que está justo enfrente mío y a la altura de mis ojos. Un poco más arriba y a la izquierda del espejo (que, de la manera en que estoy sentado es mi derecha ) está la foto de Cortázar , fumando un pucho. Está de perfil hacia su izquierda -como corresponde a Cortázar- y de espaldas a mi reflejo “espejado”. La imagen me resulta simpática, me hago la ilusión que mi retrato también esta en la pared de la fama argentina, aunque Cortázar dándome la espalda parece que me dijera “pibe cuanto te falta”…
La voz aguda de Agostina sobresaliendo sobre las demás, avisando que a la noche está cerrado por “elecciones” me rescata de mis pensamientos trayéndome. Dejo pasar el tiempo mansamente esperando que en el Bar se vaya calmando el ambiente y los decibeles bajen para poder concentrarme un poco.
Recuerdo que la noche anterior estuve aquí mismo , disfrutando de candombes, canciones de ésta y de la otra orilla, y algunos tangos,(interpretados por el Pato y el dúo de compañeros de equipo de manera excelente) y entonces descubro que el hecho de estar con una mediatez de a lo sumo diez horas de diferencia, -entre la noche y la mañana-, en el mismo lugar, pero tan diferentes uno del otro me provoca una sensación rara. Es un Deja Vú incompleto, como estar en una película con el mismo decorado pero filmada por dos directores diferentes. El lugar parece igual pero no es igual. El director es el mismo, se nota en la mano, pero no es la misma película, ni los actores ni la trama. Es extraño… la magia de El Argentino parecería que está durmiendo la mona , pero sin dudas aún está presente , reposando en un rincón o detrás de algún retrato, para despertarse cuando cae el sol, igual que –para hacerle honor al dueño- los vampiros. Hago un ejercicio mental y juego como cuando era chico a descubrir las siete diferencias: Acá van
–La media luz cálida y confidente en la noche, mérito de las lamparitas amarillas, deja lugar a la luz del sol a pleno.
–El calor de la gente, amontonada y con espacios limitados se libera en un ir y venir de habitués con puertas y ventanas abiertas al aire fresco de la mañana.
–El perfume nocturno de gata en celo y cazador furtivo, se convierte en olor a café y medias lunas calientes.
–La relación 8 a 2 hombre-mujer por la mañana, trueca a la noche en un 4 a 6 chabon-percanta, para fortuna y alegría de los cazadores nocturnos.
–El silencio respetuoso hacia los músicos y su arte de la noche se reemplaza por el ruido de diarios al hojear, chistes , charlas amenas, y las sillas que se mueven casi permanentemente.
–De día : El barrio es Barrio, pero a la noche es estampa de Tango.
–La voz grave y radioteatral de Robles sube su escala tonal hasta convertirse en la aguda de Agostina, o viceversa.
Lo único que permanece igual, flotando por encima de todo y de todos, es El Tango; siempre el Tango , de día o de noche, excelentemente cantado, tocado, acariciado, sentido, admirado, mimado por hombres y mujeres.
Todo esto me lleva indefectiblemente a preguntarme ¿En qué momento El Argentino se metamorfea y pasa de ser el café pintoresco, mistongo y coloquial del barrio La Perla , al Bar canyengue y compadrito? Estoy seguro que es a esa hora donde el hielo se amalgamó con el whisky, la cerveza se entibió y los gatos negros se fueron a dormir. Sí , debe ser así porque recuerdo un jueves que, cerca de las cinco de la mañana y en busca de un café salvador, pasé por la puerta y el bar ya estaba cerrado, no había absolutamente nadie en la calle, ni autos estacionados, las persianas de El Argentino estaba a medio bajar, pero juraría que se veía el reflejo de un velador prendido al fondo, y si se hacia el esfuerzo, pegando muy bien la oreja a la cortina metálica, se escuchaba un tango: de a ratos cantado, de a ratos silbado, bajito y querendón, también algún ruido de copas al chocar pero nada más. No le di mucha bola y vencido por el cansancio me fui a prepararme unos mates y a dormir.
El aporteñado con ropa de pendejo, se vá con su mano en la cintura de la señorita de turno, ambos se suben al BMW y salen con rumbo desconocido (por lo menos para mí, seguramente él sabe muy bien adónde va)
La mesa del recuerdo empieza a desarmarse, y los muchachos se despiden hasta el sábado que viene.
Miro el reloj y ya es bastante más allá del mediodía, el murmullo baja de volumen, y se puede, ahora sí, escuchar clarito el bandoneón de Pichuco, el bar empieza a vaciarse un poco porque la gente se va a almorzar.
Y es lo que también voy a hacer yo .
10/2011
20/10/11
Retazos de mi infancia : LA ULTIMA FOGARATA DE SAN PEDRO
Llego del cole como una tromba y me abalanzo sobre los milanesas con puré que preparó Mamá, no sin antes hacer la parada obligada para lavarme las manos. En el noticiero de la tele están pasando la noticia de un presidente de no sé dónde, que iba al lado de su mujer en un auto sin techo. Le pegaron tres tiros unos tipos escondidos y lo mataron. Muestran a la gente llorando por la calle. Prefiero los Tres Chiflados que empieza en un ratito
Devoro las milangas para poder ir a la Canchita a jugar el picado de todos los mediodías, antes de tener que hacer los deberes. Ya están sentados en el paredón roto el Tano, Miguelito y el Ciego.
Convierto el trío en cuarteto y esperamos al Gallego, y no precisamente porque el Gallego sea bueno para jugar a la pelota. Nó, nada de eso, lo que pasa es que esta semana a él le toco llevarse a la casa la “pulpo” que pudimos comprar con los vueltos “olvidados” de los mandados. De paso, si la vieja arpía de Coca nos sigue secuestrando las pelotas, nos va a fundir, pero esa es otra historia.
La cosa es qué, casi era la una de la tarde y el Gallego no aparecía.
Seguro que algún despelote hizo y la Gallega lo tiene castigado -dijo el Ciego. Qué cagada con las ganas de jugar que tenía.
Sí y encima hay un solcito bárbaro, -comento Miguelito - , como para no perdérselo, en un rato nos cagamos de frio.
Aburrimiento total, tirábamos piedritas, pateábamos pastos, hacíamos dibujitos en la tierra, hasta que Miguelito como para llenar el silencio dijo: Ché falta poco para San Pedro ¿Qué hacemos?
El año pasado –dije - hicimos a Bartolo y estuvo buenísimo.
Bartolo fue un muñeco tipo espantapájaros, armado con diarios, cartones y ropa vieja, le metimos adentro unos cohetes que pudimos conseguir, y lo prendimos fuego. Desde que me acuerdo en el barrio para la fiesta de San Pedro y San Pablo, se armaban unas fogaratas bárbaras en la calle, y decían las viejas que se quemaba la yeta y la mala suerte, además, y eso era lo mejor, podíamos jugar hasta tarde y al lado del fuego.
¿Cuándo es? - preguntó el Tano.
- El veintinueve, - dijo Miguelito. Tenemos que conseguir algunas gomas viejas.
- Yo tengo una gomería cerca de casa- dijo El Tano, que vivía cruzando Colón y aunque en realidad era de otro barrio, se había pegado con nosotros.
-Eso, mucha gomas, tenemos que hacer una pila inmensa -se prendió el Ciego, siempre el más quilombero de todos y que también vivía del otro lado de Colón cerca de la casa del Tano.
Nos miramos los cuatro. No había nada más que decir y salimos a avisar al resto de la banda para juntarnos en el potrero después de tomar la leche. A Roberto y El Bataraz les avisaría Miguelito, que vivía para el lado de sus casas. A los hermanos Scorcielo y a Guillermo -el primo de Buenos Aires de Bibí, la de la carpintería-, les avisaba yo. El Tano le avisaba a su primo, El Corcho, y quedaba colgado el Gallego. Ese trámite se lo encajamos al Ciego. A esa hora tocar timbre en la casa de los viejos del Gallego era complicado y teniendo en cuenta que no había venido al potrero a jugar, era casi seguro que la Gallega estaba encabronada.
Esa misma tarde y en reunión plenaria (aplicando el “pan y queso”) armamos dos grupos y marcamos –como hacia el Sargento Saunders, en Combate- el área por donde nos moveríamos para conseguir cubiertas viejas.
El equipo del Tano, integrado por, obviamente el Tano, el Corcho, el Ciego, Guillermo y Yo. Nos tocaba caminar un rectángulo marcado por las calles Brown, San Juan, Luro y Jara
El otro grupo , liderado por Miguelito se completaba con el Gallego, los hermanos Scorcielo , Roberto y el Bataraz, tenían la zona delimitada por las calles Falucho – San Juan – Alvarado y Jara
Recorrimos todas las gomerías mangueando cubiertas rotas y viejas: las que conseguíamos las llevamos a la canchita y las metíamos, tapadas por los pastos, atrás del arco del fondo.
Todos los días, desde la hora de la siesta hasta la hora de la leche, las brigadas iban y venían haciendo su tarea en forma impecable. Faltando unos días para el festejo de San Juan, distribuimos los encargos para conseguir los elementos faltantes: maderas, fósforos, querosene y diarios. Yo debía encargarme del kerosene, lo cual era muy fácil. La abuela me mandaba siempre a lo de Márquez a comprarlo para la estufa Fogata de casa, solamente tenía que pasar algunos litros del bidón a las botellas de vidrio y dejarlas en el potrero escondidas antes de llegar a la casa de la Abuela, total ni se iban a dar cuenta. El Tano traería los fósforos porque era el único en esa época que fumaba y los demás los diarios y las maderas.
Se acercaban los días para San Juan y la cantidad de gomas que conseguíamos iba en aumento
Habíamos conseguido de todo desde cubiertas de bicicletas, hasta una goma de camión ¡gigante! Me acuerdo la cara de alegría de Pablito Scorcielo y el Bataraz cuando la largaron rodando por Brown desde las vías del tren hasta el fondo de la canchita. Al otro día y para no ser menos, el Corcho y yo nos aparecimos con otra. En realidad la sacamos del patio de la casa del Corcho, a la hora de la siesta, creo que era del novio de la hermana que laburaba de camionero o algo así. La goma estaba nuevita, buenísima para quemar.
No vayan a creer que la cosa fue fácil de llevar a cabo; hubo algunas peleas. Una fue para decidir en qué lugar hacíamos la fogarata. Las aguas estaban divididas El Tano, el Ciego y yo queríamos armarla justito debajo del foco que estaba en el medio de la intersección, de La Pampa y Brown. Guillermo, el Bataraz y los Scorcielo dijeron que no, que mejor era hacer la pila de gomas enfrente de la entrada de la canchita. Cada bando tenía sus argumentos de peso. Nosotros : Que estaba justo en la bocacalle donde pasaban más autos, que se veía mejor, que si alguna goma se caía de la pila las casas estaban más alejadas y aparte que queríamos ver como se quemaba el foco de la esquina. Ellos: Que la calle era más tranquila para armar el montón, y más que nada, que había que laburar menos, ya que el recorrido desde el fondo del potrero era mucho más cortó.
Como no nos poníamos de acuerdo, votamos, y perdimos. Las gomas irían justo en la entrada de la canchita, en la mitad de la calle Brown, recién asfaltada.
La segunda discusión tuvo que ver con un concepto de ingeniera práctica, o sea, como cornos armar la pila y como la terminábamos. Había opiniones de todo tipo, hasta que al final triunfo el criterio más lógico. También elegimos terminar la torre de gomas poniéndole como estandarte un palo de escoba con un trapo atado en la punta, cual mástil glorioso de navío bucanero de Sandokán.
La tercera fue para elegir quién era el afortunado de prender la pila. Todos queríamos ese honor, pero el que canto “pri” fue Guillermo, ventajeándonos, no nos gustó ni medio, peleamos un poco, pero reglas son reglas, y nos la bancamos. Se había ganado el derecho.
El viernes, antes de San Pedro - ¿no sé por qué siempre San Pedro caía en Sábado?, será cosa de los santos nomas-, hicimos el recuento final para tener un cuadro de situación : Quince cubiertas de bicicletas, Dieciocho de autos enteras , Veinticinco cubiertas rotas o por mitades y ¡ Dos gomas de camión ¡ Total Sesenta gomas. Éxito total y todo un record. Seguro se hablaría por todos los barrios. Además teníamos dos tirantes de obra que le afanamos al ruso Iván, tres botellas con kerosene y un montón de diarios del Atlántico y La Capital
Ya estaba todo decidido. Quedamos en común que el sábado, a las seis de la tarde nos juntábamos en el potrero para armar la pila en la calle: Chau; Nos vemos; Chau. Se fue cada uno para su casa.
A las cinco y media ya estábamos todos en la canchita y empezamos. Entre cuatro levantamos las gomas de camión y las llevamos rodando desde el fondo de la canchita al medio de la calle Brown, para hacer la base de la pila, como habíamos decidido, Después le mandamos las cubiertas enteras. La pila empezó a subir en forma considerable. Cuando paso los dos metros y medio de altura caímos en la cuenta que se nos complicaba la construcción. No teníamos fuerza para revolear las gomas hasta arriba. Así que hubo que designar a un trepador para que, mientras nosotros de abajo le alcanzáramos las cubiertas, el que estaba arriba de la pila las fuera acomodando. Por supuesto que la elección fue sumamente fácil. Lo mandamos al Tano que era el más mono de todos. Se trepo con una agilidad envidiable. Nosotros le entramos a mandar gomas y el las acomodo en la punta, haciendo la pila cada vez más alta. La tarde caía y la pila subía
Cuando pusimos la última cubierta de bicicleta y el Tanito colgó el mástil con el palo de escoba, pegamos el grito de triunfo. La pila de gomas sin encender aun, sobrepasaba los cables de teléfono y de luz, aproximadamente por un metro, y estaba más o menos a quince centímetros de ellos
Los pocos autos que venían por Brown, se las tenía que ingeniar para pasar, sorteando las gomas, que ocupaba más de medio pavimento. Miguelito se encargaba de dirigir el tráfico. Nosotros eufóricos, gritábamos y saltábamos alrededor de la pira de gomas como indios sioux en alguna danza de la lluvia de las películas de John Wayne, o algún ritual funerario vikingo, o un aquelarre. Y eso que aún no la habíamos encendido.
Las vecinas caras de vinagre salieron a la vereda, motivadas por nuestros gritos, y miraban con asombro la torre de gomas que habíamos construido.
Como si fuera la botadura de un barco, sacudo la primera botella de kerosene sobre las cubiertas. El ciego le hace “casita” (para protegerlo del viento) al fosforo Ranchera que el Tano ya había prendido. Guillermo se acerca a los dos con la antorchita de clasificados en alto. Los demás miramos ansiosos, cuando, justo en ese momento una motocicleta con un zorro arriba y atrás un patrullero de la cana dobla a todo lo que da por la calle San Juan hacia nuestra obra.
El desparramo fue impresionante. Salimos rajando todos para todos lados, como hormigas cuando tiras agua caliente en el hormiguero. Yo corrí para el lado de Alberti por la Pampa con Guillermo, los demás se desperdigaron para los cuatro puntos cardinales. En veinte segundos la pila de gomas quedo desierta, la cajita de fósforos tirada en el suelo, los diarios revoloteados por el viento, y las viejas vinagre aplaudiendo a la cana y respirando aliviadas
Al ratito nomas cayó un camión de la Municipalidad con dos hombres de mameluco azul y empezaron a cargar las gomas, hasta las magníficas de camión: la del novio de la hermana del Corcho también se la llevaron y el Corcho tuvo flor de quilombo, creo que no apareció por la canchita por un mes por lo menos
Ese 29 de junio de 1968, fue la primera noche que no hubo fogarata de San Pedro y San Pablo en el barrio, y la última para mí.
Hubiese sido lindo haberla prendido
OR
Retazos de mi Infancia : GRACIELITA Ó LA LECHE
¡ OSCARCITOOO LA LECHE ! El grito de mi vieja atravesó, con la velocidad que tiene el sonido una tarde de verano, los 50 o 60 metros que van en diagonal desde la puerta de mi casa, hasta el fondo del potrero del Club Atlético Al Ver Veras, la gloriosa canchita.
En ese instante, e interponiéndose exactamente en el medio de la imaginaria línea diagonal, se estacionaba el Falcón del Papá de Gracielita, la sobrina de Tucha el verdulero, por supuesto con Gracielita adentro.
El pique que pegué - cuando escuché el grito de mi vieja - hasta la pared rota de ladrillos del frente fue como para romper el record de los 100 metros llanos. La frenada en seco que di al ver a Gracielita, también fue para romper algún record, si es que existe alguno para este tipo de proezas atléticas.
Me quedé duro, petrificado, esperando que Gracielita entrara a la verdulería a saludar al tío
Estaba seguro que después se sentaría en el borde de la vidriera de la carnicería de Mormando, con alguna amiga del barrio, coqueteando y sabiendo que era la depositaria de las miradas de todos nosotros.
¡OSCARCITOOO LA LECHE ! Volvió a bramar mi vieja, esta vez sin piedad ni contemplación alguna. Segundo llamado.
Yo sabia que al tercero era un sopapo fijo, siempre preferible a la vergüenza de tener que pasar delante de Gracielita porque me llamaban a tomar la leche. ¡Que se creía mi Vieja! Si al fin y al cabo ya tenía 11 años y era grande
A esta altura de la historia la Vieja me había visto parado en la entrada del potrero, justito debajo del cartel de chapa pintado de Verde y Rojo .
Y Gracielita que no entraba…
El tiempo se acaba; yo sin moverme, el vestido blanco con las florcitas amarillas que me hipnotizan, y mi Vieja que se prepara para el tercer y definitivo llamado… Y la vincha blanca…Y el pelo largo y castaño con esos reflejos dorados que el sol de las 6 de la tarde le pone… Y mi vieja que llama… Y yo que me agacho a atarme las zapatillas con la paciencia que jamás tuve, haciendo tiempo como si fuera un marcador de punta fabricándose un foul, en el momento en que su equipo está apretado contra el arco peloteados por todos lados a 2 minutos del pitazo final y ganando 1 a 0.
Y… Y… Y…
… Me limpie las rodillas, camine canchereando muy despacio por Brown hasta la bocacalle con La Pampa, cruce y al pisar la vereda donde estaba ella, haciendo esfuerzos por no ponerme colorado, largue un “Hola Graciela , voy hasta mi casa y vengo, ¿Me esperas?” … “Si, claro, un rato más me quedo”
El sopapo sonó cristalino y limpio, pero esta vez, mi vieja espero a que entrara y no sé por qué, me pareció mucho más suave que otras veces.
Me parece que la vieja está perdiendo la mano.
El presente Cuento obtuvo - 1ra Mención de honor en Cuento - VII Concurso Nacional de Poesía y
Cuento - Taller Literario del Club Atlético Kimberley - 2011 -
OR
1/10/11
EL ESTIGMA DE OMAR - Crónica breve -
1. Omar R. apoyó la punta de los dedos sobre el teclado y comenzó a vomitar palabras, una tras otra, con el solo objetivo de poder descargar su tremendo enojo. Ese enojo que lo acompaña desde hace más de treinta años. Demasiado tiempo y nó puede tolerarlo más. Siente que lo ahoga y lo absorbe. Tiene que sacarlo, expulsarlo, tirarlo como si fuera un exorcismo No hay otra solución. Le provoca una mala vida. Trata mal no solo a los pibes del barrio, sino también al panadero, al vecino, a Melinda, a la inquilina de adelante, a los muchachos de la oficina y a quien se cruce por su camino.
Pero, la verdad es que no sabe cómo.
Durante años probó, para desarmar su enojo, todos los métodos habidos y por haber: recetados, imaginados , leídos, sugeridos, prescriptos, intuidos; años de terapia con varios psicólogos , consultas a médicos tradicionales , clínicos, especialistas, homeopáticos, ayurvédicos, orientales ; boxeo, rugby , yoga, meditación, Tai Chi Chuan, percusión; hasta putear a troche y moche. Nada le dio resultado, alguien que ya ni recuerda una vez le dijo que probara escribiendo…
-Pero, ¿te parece Flaco? ¿Ponerme a escribir?
Eso me parece una pelotudez.
-Pero nó, Omar, hacéme caso. Sirve, escribí lo que se te ocurra, no importa, sin pretensiones. Es una catarsis. Volcá en un papel lo que sentís: emociones, sentimientos, broncas, todo lo que se te ocurra… tu vida. Largá las cosas, sácatelas de adentro.
Jorge Alberto (63), colega: Conocí a Omar en la facultad. Buen tipo, puteador como él solo, pero buen tipo. Recuerdo que empezó a escribir un poco por sugerencia mía. Cuando nos recibimos había nacido su hija Juliana. Estaba muy preocupado porque decía que siempre andaba enojado y tenía que hacer algo al respecto.
2. …Las continuas crisis políticas y económicas del país lo habían desanimado mucho. Terminaba su día de trabajo con un agotamiento inmenso, Sentía mucho peso sobre sus hombros, mucha decepción y un cansancio de espíritu tremendo que lo deprimía permanentemente. Había días en qué, de una buena vez por todas, deseaba que todo terminara…
Mabel Mercedes (25) y Mariela Paula (38) , compañeras de militancia : En la unidad básica hablábamos mucho con Omar, siempre comentaba lo duro que le habían pegado los descalabros económicos de la Argentina.
Nosotras éramos chicas por eso lo escuchábamos con atención. Primero el Rodrigazo del 75 , después la tablita mortal de Martínez de Hoz en el 79, las híper de Alfonsín, primero la de 1985 y después la del 89, la destrucción económica del país durante la década del 90 . Me acuerdo , cuando nos contó que en la época de Menen , por más de cinco meses no le entró ningún trabajo nuevo en el estudio, y, de los clientes habituales, la mitad se había fundido y la otra mitad no pagaba un peso. La situación económica no era floreciente ni mucho menos, al contrario. Por suerte los pibes ya eran grandecitos y se la rebuscaban : Melinda aportaba con su empleo de docente la guita necesaria para bancar la comida por lo menos. Después vino el corralito de De la Rúa en el 2001, y la caravana de Presidentes peronistas después de su escapada en helicóptero,
Pero sin duda , lo que mas le dolía a Omar era la decepción por los continuos gobiernos peronistas que el mismo había votado desde Campora hasta los Kirschner. En fin, desengaños comunes de casi todos los argentinos.
3. Ya habían transcurrido seis días desde que anuncié a la familia que me iba a vivir con Melinda E. Pirez Plana, . la chica portuguesa que conocí en el casamiento de unos amigos en común y de quien estaba perdidamente enamorado.
La reunión familiar - solo para hombres - , fue citada para la tarde del domingo en la casa del abuelo Francisco R. porque él había pedido especialmente estar presente.
Cuando llegué, estaban el Abuelo, Papá y el tío Jorge., sentados en el comedor con un copita de anís de Chinchón cada uno, discutiendo o hablando a los gritos como siempre, pero con un dejo de seriedad que no era habitual en ellos. Al verme entrar, mi Viejo inmediatamente tomó la palabra -Sentáte, los malos tragos hay que pasarlos rápido: Mira hijo, te llamamos porque ahora que vas a casarte, tenés que saber a qué te estas exponiendo, me dijo mientras me acercaba una copita de anís.
Pensé que el viejo se iba a despachar con algún discurso moralista, pero me equivoqué totalmente. Me contó que en nuestra familia desde hacia años, los hombres no éramos calientes, malhumorados, leche hervida o como quieran decirnos porque sí, que el tío Cacho no había muerto por el cigarrillo y que Pedro el sobrino del Abuelo, tampoco en un accidente. No, nada de eso, somos así porque llevamos en nuestra sangre una enfermedad que nos vamos transmitiendo de generación en generación, gravísima, si no le prestamos atención nos termina devorando.
-Con los años, Omarcito- ahora el que hablaba era el abuelo Francisco R. - supimos que nuestro mal tiene nombre. Los médicos lo nombran como “Foeniculum vulgare”, algo así como “enojo vulgar”. Sí, suena simple, muy simple, pero ese nombre no refleja para nada la magnitud de esta enfermedad.
Sabemos que no tiene cura, no cómo se origina; solo se puede atenuar y convivir con ella toda la vida. Podemos darte algunos consejos, algunas cosas que hemos hecho para tratar de eliminarlo pero tenés que saber que ninguna ha dado resultado. No podemos decir que sea una maldición porque no creemos en eso; simplemente es una enfermedad, como la hipertensión o la diabetes, silenciosa pero te mata igual.
-Este mal hereditario,- de vuelta hablaba mi viejo- persigue a los varones de nuestra familia desde tiempos idos, con la única excepción, hasta ahora, de la tía Adelaida, la única mujer en toda nuestra historia familiar que sufrió el mal. Tampoco sabemos por que, sin embargo algunos síntomas descubrimos, y esto tómalo como una advertencia: todos nuestros muertos, días antes de desaparecer, comentaron que se sentían como afiebrados, con una temperatura corporal mayor a la habitual, pero nunca les dimos bola porque pensamos que era simplemente gripe, pero no.
Lo importante es que está latente en todos nosotros y solamente se empieza a manifestar si cumplimos dos condiciones: Una es convertirnos de hijos a padres; ese pasaje fundamental en la vida del hombre, ejerce en nosotros un poder tan fuerte y tan extraño que hace brotar el mal; ni siquiera necesita que nuestros hijos nazcan, con la sola fecundación ya es suficiente. La otra condición es abrazar la causa peronista. Eso en nuestra familia no es novedad alguna, creo que somos peronistas desde antes de nacer Perón en 1895, de manera que descubrir esta relación de causalidad nos costó mucho más trabajo que la primera. Como podrás darte cuenta: dos cosas casi inevitables
El abuelo y el tío Jorge asentían con la cabeza, callados y con el gesto serio y adusto.
El silencio se hizo pesado
-Por lo tanto Omarcito-, dijo el abuelo con cariño- ahora sabés que estas expuesto al mayor de los peligros. Ya sos peronista, así que si Melinda queda embarazada se va a desatar el infierno. Es tu elección .
Si no engendrás vas a estar a salvo del mal, pero solo vos podés tomar esa decisión. Si por el contrario decidís seguir adelante y tener hijos, ahora sabés que llevas dentro tuyo un mal que te va a devorar, que el enojo se va a hacer carne de una manera terrible, te va a absorber y tragar, hasta que ya no quede ni un vestigio de tu humanidad. Nadie te reconocerá, ya no serás más aquel muchacho alegre y sociable. Solo serás un tipo malhumorado, gris, aislado y solitario. Esto empieza de a poco, casi sin darte cuenta. Va y viene como en oleadas, pero es seguro que lo vas a empezar a sufrir y será de tal magnitud que terminará tragándote.
Por esta razón nuestros muertos se velan a cajón cerrado, porque en realidad no están, , desaparecen tragados por el enojo.
Si algún día tenés un hijo varón es tu obligación contarle lo que hoy estás escuchando.
-Pero… no entiendo, Papá ¿La Abuela y Mamá no lo sabían?.
-Si por supuesto se lo tuvimos que decir, era inevitable, por esa razón nuestros matrimonios duraron. Cuando se comprende la enfermedad, las cosas se toleran más-, dijo el tío Jorge
-¿Pero: Si es así. Cómo el bisabuelo Irineo lo sufrió, si él era español y vino a la Argentina en 1940 antes del peronismo?
Es cierto, no sabemos muy bien; y eso que lo hemos discutido entre nosotros muchas veces . Nos inclinamos a pensar que fue como una especie de anticipo. Algo natural y lógico. Pasar de la segunda República Española del 36 a la Patria Peronista del 46 … no estamos seguros pero algo de eso debe haber.
-Bueno para hacerla corta: llevás encima las dos únicas condiciones que se necesitan para sufrir este mal. Sos hombre y Peronista, y eso te guste o nó, se lleva toda la vida con uno.- sentenció Papá.
Dichas estas últimas palabras los tres se levantaron y me dejaron solo con la copita de anís y el peso de la tremenda verdad
4. Susana Mabel (72), suegra : Qué puedo decir de Omar. No mucho, era un buen hombre ; a la nena y los chicos los quería mucho
Héctor (67), martillero : Sí , yo a Omar lo conocía mucho, venía casi siempre a mi oficina y hasta a veces me ayudaba a alquilar algún departamento mostrándoselo a los clientes
Dra. Cristina (30) , psicóloga : Discúlpeme, el secreto profesional no me permite hablar
5. La semana había sido muy dura, muchos disgustos y preocupaciones, pero por suerte tenía -después de mucho tiempo- casi diez horas de soledad en la casa. Se había prometido a sí mismo no mirar televisión ni escuchar radio, nada que lo conectara con la realidad del país, que tanto le dolía. Solo música y de la que le gustaba. Mucho Blues, algo de Jazz, Luís Salinas, El Chango Spasiuk, María Bethania , Mercedes Sosa, Louis Armstrong, Ray Charles , Esteban Morgado , Andrea Boccelli . Su gusto musical era tan ecléctico que realmente disfrutaba de casi todo, salvo el Heavy Metal . Nunca pudo soportarlo . Los CD desfilaban uno tras otro por el reproductor. Estaba tranquilo, casi feliz
Era un día, literariamente hablando, muy productivo. No había cesado de escribir desde la mañana temprano, estaba ansioso por empezar a corregir y darle mejor forma a lo ya hecho
De pronto sonó el timbre, dejó la computadora para atender el portero. Eran los muchachos de la recolección vendiendo bolsitas de residuos, lo despachó rápido y volvió a sus tareas literarias.
No había pasado más de un minuto cuando volvió a sonar el timbre, esta vez era un pibito para ver si tenía ropa para regalar o alguna moneda; le contestó de mala gana que no que nó tenía nada, y volvió a la computadora.
Otra vez sonó el timbre , molesto atendió : Nó, no quería que le cortaran el pasto
El cursor titilaba sobre el documento de Word , pero sus dedos estaban inmóviles sobre el teclado ( apenas apoyada la yema sobre las teclas, los montes de la luna y de venus de ambas manos apoyadas en el escritorio, los dedos curvados y apenas levantados) como si fuera un tigre a punto de dar el zarpazo a una inspiración que se había escapado.
“ La puta madre que lo parió no se me ocurre nada. La concha de la vaca y la reputisima madre que lo recontramilpario.” Solto la puteada . Se sintió momentáneamente aliviado y fue a calentar el agua para el mate.
6. En la oscuridad me entretuve mirando la brasa prendida del cigarrillo que se reflejaba contra el ventanal, mientras el humo hacia volteretas caprichosas y figuras fantasmagóricas. Dormitabas apenas, con una respiración silenciosa y tranquila que no se condecía con la turbulencia de nuestros cuerpos algunos momentos atrás. Aun seguía viendo tus ojos claros e increíblemente bellos , atravesándome de par en par hasta el fondo del alma. Te saqué suavemente el pelo que caía sobre la cara; la presión de tu cabeza apoyada en mi brazo hacia que empezara el cosquilleo típico del calambre, pero nada importaba; lo último que quería era romper el momento. Una inmensa y hasta entonces desconocida sensación de paz me inundo.
7. Con el mate en la mano y el termo lleno, Omar , se sentó frente a la computadora, tratando de volver a escribir, creyendo o buscando -pobre iluso- , que la escritura aliviaría la ira y el enojo, que a medida que las palabras fluyeran el nivel de bronca y odio iría bajando hasta desaparecer. Nada más alejado de la realidad. El enojo lo iba ganando a medida que pasaba el tiempo y el documento de Word seguía en el mismo lugar donde lo había dejado.
Lo que había escrito no le gustaba para nada; sentía que eran solo palabras incoherentes, sin sentido, mal escritas, ilógicas.
Cerca de las cinco de la tarde, se fue a la cocina a prepararse un café con leche, tenía algo de hambre. Sin querer alguien había dejado olvidado el diario del domingo sobre la mesada. En primera plana y con letras grandes de molde estaba la noticia que le llamo la atención “El reciente 29 de abril de 2008, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó el contrato del proyecto del tren de alta velocidad - 320 km/H - con tecnología francesa .La obra tendra un plazo de ejecución de 4 años y un coste de 4.000 millones de dólares , financiados al 12 % anual . Siendo el primer sistema en Latinoamerica”.
No quiso leer mas , mirando la tapa del diario , dijo : -¡Estos tipos están todos en pedo! , mientras la gente viaja para ir a laburar todos los días , peor que vacas, o se caga de hambre en el conurbano, piensan en trenes bala. Y nada mas ni nada menos que por cuatro mil palos y al 12 %- Se tomo el café con leche de un solo trago, quemándose. Volvió a la computadora …
8. La decisión de tener hijos no fue nada fácil. Por supuesto Melinda lo quería a toda costa. Yó que hasta ese momento, no le había contado nada de mi historia, dudaba terriblemente. Al final me convenció.
Cuando nació Juliana me sentí aliviado. El hecho de que fuera mujer me daba cierta tranquilidad, aunque no podía olvidar a la tía Adelaida . Pero cuando llego Nicasio , entonces sí me preocupé.
Ideé en ese momento una estrategia que me pareció brillante, por lo efectiva y simple
Tenía que lograr que Nicasio no se hiciera peronista; privarlo de la posibilidad de ser padre me parecía demasiado duro y cruel. De modo que oculte a sus ojos mi militancia y fervor por el General. En casa estaría prohibido terminantemente hablar de Perón.
Comencé a obligar a Nicasio a leer la doctrina radical, a estudiar y admirar a Alem, Irigoyen, Balbín, Illia. Pasaba por video los discursos de Balbín, hasta hablaba despectivamente de “los cabecitas” lavándose las patas en la Plaza el 17 de Octubre, ya que prefería -una barbaridad– que Nicasio se haga gorila antes que peronista. Le repetía constantemente hasta grabar en su mente las frases célebres de Balbín como "El que gana gobierna y el que pierde ayuda" y otras como el del famoso discurso de despedida frente al cajón del General: “No sería leal si no dijera que vengo en nombre de mis viejas luchas,… Este viejo adversario despide a un amigo". No solo eso , desde los cinco años y hasta pasados los diez , en cada fiestita familiar el nene tenía que recitar ese discurso de Balbín, por supuesto provocando el disgusto de todos los varones de mi familia.
Pero fue todo inútil…. Apenas entro en la facultad, mi hijo Nicasio R. comenzó a militar en la J.P. y de allí no salió nunca más
9. … Pronto se dio cuenta de que su temperatura corporal aumentaba, y que un calor tremendo desde las extremidades inferiores, como si la sangre le hirviera, le subía hasta la altura de la rodilla , a través de la piel delgada y pálida vio con asombro como la sangre le burbujeaba en las venas
¡Ya empezó, Iedraverde y la reputa madre que te parió! De un solo impulso se metió en la bañera, abrió la canilla de agua fría y el burbujeo ceso.
Estaba solo .Tenía miedo . Ni siquiera pudo alejarse del agua fría para buscar un toallon; temblaba y su piel se ponía morada.
10. ¡Y qué mierda sé yó Doctora como empezó esto! No lo sé. No tengo referencias precisas , algún leve recuerdo de conversaciones escuchadas al pasar: Mi bisabuelo en la guerra civil española defendiendo La Republica contra el golpe de estado de julio del 36; el viejo vivía en Luno, pegadito a Guernica así que calculo que se comió el bombardeo de lleno.
Mi bisabuelo debía tener a lo sumo 18 años cuando vino a la Argentina. Nunca hablo ni dijo nada, como corresponde a un vasco duro y curtido; hay cosas que no se dicen, y la verdad, Doctora me parece bastante estúpido venir acá y pagar una sesión para hablar de mi bisabuelo.
11. Papá llegó del trabajo más tarde de lo habitual, pasada la una y media de la tarde y con la bicicleta pinchada; estaba particularmente molesto y muy acalorado. Yo tenía entre siete u ocho años, no me acuerdo muy bien, pero si me acuerdo que era sábado, y hacía calor , seria cerca del verano.
El viejo se fue a lavar a la pileta del patio como hacía todos los mediodías antes de sentarse a comer, y fue en ese momento que, abriendo la canilla se dio cuenta de que no había agua. Pegó el grito: ¿Qué pasa?. No hubo respuesta. Nosotros, cada uno en lo suyo. Pregunto de vuelta gritando más fuerte y como nadie le contestó empezó a agarrar a las trompadas los azulejos de la pileta y a putear quejándose por toda su vida de una manera que nunca habíamos escuchado.
El viejo se cortó la mano y salpicó sangre por todos lados. Mamá al sentir los gritos salió corriendo de la cocina y trató de calmarlo. Yo estaba quieto, muerto de miedo, en el vano de la puerta que daba al patio
Mamá empezó a gritar: ¡Tráeme agua, tráeme agua! En ese momento, a Papá se le reventó una vena de la nariz, reacción común en él cuando la presión se le iba a las nubes. Las salpicadas de sangre eran apoteóticas .
La vieja le sacudió el baldazo de agua fría que yo le había acercado, y después, no sé cómo hizo, le metió la cabeza en un fuenton de aluminio con cubitos de hielo donde poníamos la cerveza .
Papá se calmó.
Yo limpié la sangre de los azulejos
12. Omar , buscó un hematólogo en la cartilla de la obra social y pidió turno
-Buenas tardes señorita, tengo turno con el Dr.Iedraverde.
-¿Su nombre?
- Omar R
- Tome asiento por favor , ya lo llama el Dr.
Pasaron por lo menos 30 minutos ¡Omar R.!
-Sí Dr., buenas tardes .
-Que lo trae por aquí?
-Bueno Dr. el motivo de mi consulta es porque desde hace un tiempo tengo algunas dudas y la verdad no conozco a ningún hematólogo, de modo que me he decido a pagar la consulta para poder preguntarle específicamente ¿ es posible que la sangre humana hierva?.
- ¿Como dice?
-Si es posible que la sangre humana hierva-, repetí sin prestar atención a la cara del Dr. Iedraverde.
-Bueno, le diré amigo … Rara pregunta la suya. Míre, no se puede ver la sangre como si fuera agua, no es lo mismo aunque sea líquida .Sus componentes son plasma, glóbulos rojos, glóbulos blancos, plaquetas … Si la expone a altas temperaturas no va a ver a la sangre “hervir”. Sus componentes se deterioran; por ejemplo: el plasma que es la parte líquida, los eritrocitos o glóbulos rojos, se destruyen al igual que los glóbulos blancos; y las plaquetas que son las encargadas de la coagulación , se condensan o evaporan. La sangre, Omar , no tiene la capacidad de hervir. Sus componentes a una determinada temperatura se “espesan” se hacen mas densos . Lo que le pasa al huevo cuando lo pone a freír ,¿vió? , es lo mismo; se espesa, ¿me entiende?
13. Luego de un rato debajo del agua fría , Omar se animó a salir de la bañera , temblaba , buscó un toallón y empezó a secarse. A entrar en calor nuevamente .
Se dio cuenta al fin de cómo funcionaba el mal. Empezas a hervir por dentro, hasta que simplemente te evaporas, se dijo, al fin de cuenta estamos hecho en un 70 % por agua , tenemos más de 45 litros de agua en el cuerpo . - Tengo que avisar a Papá –
Salió del baño corriendo , aun descalzo y húmedo, su cabeza era un torbellino de sensaciones y recuerdos de lo acontecido en el día, los timbrazos, el tren bala , el Word inconcluso , la sangre burbujeando, el tren bala , por más que trataba no podía sacarse el tren bala de la mente.
Se resbalo en los cerámicos lustrados del baño . Flor de porrazo. Y mientras se refregaba la zona golpeada para calmar el dolor, entró en la etapa final de la enfermedad, la que nadie le había contado, la que nadie conocía : Empezó a generar bronca, mucha bronca, convertida en una entidad independiente de su voluntad. Su temperatura empezó a subir , con mayor virulencia y rapidez, en instantes alcanzo los 65º y más . Rompiendo toda lógica la sangre de Omar ¡Hervía! . Y empezó a disolverlo de adentro hacia afuera, así de simple, así de sencillo, hasta que lo evaporó.
14. Melinda y los chicos llegaron a la casa como a las siete de la tarde. Les llamó la atención que todavía estuvieran los postigones abiertos. Encontraron el toallón tirado al lado del teléfono que está en el distribuidor cerca del baño y la computadora prendida con el cursor titilando, desafiante sobre el documento de Word abierto. Había un olor muy raro, como a azufre y a pelo quemado. No necesitaron saber más. El momento que por años temieron había llegado
15. Eduardo (50), Amigo jujeño: Nó, no pudimos verlo. El velorio se hizo a cajón cerrado. A mí me toco decir unas pequeñas palabras; él era mi “ñaño”.
La sensación que tuve fue que a nadie de la familia le sorprendió su muerte.
Un excelente tipo, algo caliente sí, pero muy buen tipo
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