Oscar R. Ruiz

(en algún lugar tengo que poner y mostrar lo que escribo. Hasta ahora, no encontré uno mejor que éste)

El blog de Oscar Ruiz

20/10/11

Retazos de mi Infancia : GRACIELITA Ó LA LECHE

 

 ¡ OSCARCITOOO  LA LECHE !  El grito de mi vieja atravesó, con la velocidad que tiene el sonido una tarde de verano,  los 50 o 60 metros que van  en diagonal desde la puerta de mi casa, hasta el fondo del potrero  del Club Atlético Al Ver Veras, la  gloriosa canchita.

  En ese instante, e interponiéndose exactamente en el medio de la imaginaria línea diagonal, se estacionaba el Falcón del Papá de Gracielita, la sobrina de Tucha el verdulero,  por supuesto con Gracielita adentro.
El pique que pegué - cuando escuché el grito de mi vieja -  hasta la pared rota de ladrillos del frente fue como para romper el record de los 100 metros llanos. La frenada en seco que di  al ver a Gracielita, también fue para romper algún record, si es que existe alguno para este tipo de proezas atléticas.
Me quedé duro, petrificado, esperando que Gracielita entrara a la verdulería a saludar al tío
Estaba seguro que después se  sentaría en el borde de la vidriera de la carnicería de Mormando, con alguna amiga del barrio, coqueteando y sabiendo que era la depositaria de las miradas de todos nosotros. 
 ¡OSCARCITOOO  LA LECHE ! Volvió a bramar mi vieja, esta vez sin piedad ni contemplación alguna.  Segundo  llamado.
 Yo sabia que al tercero era un sopapo fijo,  siempre preferible a  la vergüenza de tener que pasar delante de Gracielita porque me llamaban a  tomar la leche.  ¡Que se creía mi Vieja! Si al fin y al cabo ya tenía 11 años  y era grande   
 A esta altura de la historia la Vieja  me había visto parado en la entrada del potrero,  justito  debajo del cartel de chapa pintado de Verde y Rojo .
 Y  Gracielita que no entraba…
El tiempo se acaba;  yo sin moverme, el vestido blanco con las florcitas  amarillas que me hipnotizan, y mi Vieja que se prepara para el tercer y definitivo llamado… Y la vincha blanca…Y el pelo largo y castaño con esos reflejos dorados que el sol de las 6 de la tarde le pone… Y mi vieja que llama… Y yo que me agacho a atarme las zapatillas con la paciencia que jamás tuve, haciendo tiempo como si fuera un marcador de punta fabricándose  un foul, en el momento en que  su equipo está apretado contra el arco peloteados por todos lados a 2 minutos del pitazo final y ganando 1 a 0.  
  Y…    Y…    Y…
… Me limpie las rodillas, camine canchereando muy despacio por Brown hasta la bocacalle con  La Pampa, cruce  y al pisar la vereda donde estaba  ella, haciendo esfuerzos por no ponerme colorado, largue un “Hola Graciela , voy hasta mi casa y vengo, ¿Me esperas?”  … “Si, claro, un rato más me quedo”
El sopapo sonó cristalino y limpio, pero esta vez, mi vieja espero a que entrara  y no sé por qué, me pareció mucho más suave que otras veces.
Me parece que la vieja   está perdiendo la mano.


El presente Cuento obtuvo - 1ra Mención de honor en Cuento - VII Concurso Nacional de Poesía y Cuento - Taller Literario del Club Atlético Kimberley - 2011 - 

OR
















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