Buscando en la baulera la caja donde guardamos el arbolito de navidad, encontré una vieja agenda de viaje que solía llevar siempre conmigo. Ahí dentro estaba las anotaciones de mi experiencia en un pueblo llamado Silverville, donde estuve doce dias viviendo. Les dejo mis impresiones del primer dia
I - El primer día: Como es Silverville
Silverville, apenas es un pueblo perdido en medio de la nada. Un pueblo
olvidado de Dios y desconocido para los hombres, salvo por supuesto los que
viven allí, y esta humilde marplatense que lo descubrió de pura casualidad, en
las vacaciones de diciembre del ´83. Yo era joven y arriesgado en ese entonces.
Había decidido aventurarme hacia la Cordillera a escalar un poco y gracias a mi
inexperiencia me perdí. Desorientado buscando el camino de regreso a la civilización
entonces de casualidad encontré el pueblo donde me quede conviviendo
con los lugareños doce días, tiempo breve pero más que enriquecedor y
suficiente para conocer muchas de las características de los habitantes de este
extraño lugar.
Desde el punto de vista geográfico está ubicado sobre
el lado argentino de la cordillera de los Andes, y se puede decir, simplificando,
que está casi a la altura del medio, allí donde la provincia de Buenos Aires
termina su panza. Para los que les gustan los detalles y las exactitudes:
específicamente está ubicado en los
puntos 37 grados 52 minutos de latitud Sur y 70
grados 58 minutos de longitud Oeste,
asunto fácilmente comprobable por cualquiera de los amables lectores de esta
crónica, gracias a los avances tecnológicos del Google Earth.
El pueblo es básicamente un cuadrado. Compuesto por
apenas 22 calles horizontales y una
diagonal. En el centro del pueblo, por
supuesto, está levantado el edifico donde se ubica la Alcaldía, (porque
no tienen intendente sino Alcalde) lugar donde además de desarrollar las
actividades de gobierno viven el Alcalde y los doce concejeros populares, por
todo el término de su mandato.
A partir del centro geográfico del pueblo - la Alcaldía - se distribuyen once calles horizontales hacia el Norte y once hacia el Sur del pueblo.
Las calles horizontales no tienen una extensión importante, cálculo que a lo
sumo tendrán entre novecientos y mil doscientos metros. El cálculo, al carecer
de calles verticales e instrumentos de medición adecuados no me ha resultado
fácil de determinar.
La diagonal atraviesa la totalidad del pueblo de
punta a punta, de derecha a izquierda, marcando en cierto modo la tendencia
política de sus habitantes.
Para más detalle, pueden observar el pequeño mapa que adjunto, hecho a mano
alzada en mis hojas cuadriculadas de agenda que siempre suelo llevar conmigo a
mis vacaciones.
Como puede verse en ese rustico dibujo entre cada calle horizontal se encuentran ubicadas de manera paralela, tremendas acequias de generosas medidas (15 mts. de ancho por 4 mts. de profundidad). En el mapa pintadas de color negro, las cuales más que acequias constituyen verdadero canales de navegación, aun a pesar que en Silverville no hay barcos. Por dichas acequias circula el agua que abastece a todos los vecinos de la calle para satisfacer todos sus requerimientos
Como puede verse en ese rustico dibujo entre cada calle horizontal se encuentran ubicadas de manera paralela, tremendas acequias de generosas medidas (15 mts. de ancho por 4 mts. de profundidad). En el mapa pintadas de color negro, las cuales más que acequias constituyen verdadero canales de navegación, aun a pesar que en Silverville no hay barcos. Por dichas acequias circula el agua que abastece a todos los vecinos de la calle para satisfacer todos sus requerimientos
Según dicen sus gobernantes, el trazado de la
ciudad está diseñado de manera tal que favorezca el ejercicio y la caminata - no existen, por supuesto, automóviles en Silverville - y al
haber solamente calles horizontales, los habitantes cuando quieren ir a visitar
algún vecino de otra calle, por ejemplo, no les queda más remedio que utilizar la
diagonal y pasar indefectiblemente por
el centro del pueblo, es decir la Alcaldía.
Dicen tanto los pobladores como algunos viejos
libros que referencian a la fundación del pueblo, que esté diseño
arquitectónico ideado por su fundador, un amante del ejercicio físico, asegura
la calidad de vida de sus pobladores ya que se ven obligados a hacer largas
caminatas diarias, aunque mas no sea ir a comprar yerba al almacén de ramos generales.
Otros mal pensados opinan que es una manera de tener controlado el movimiento de los pocos habitantes del
lugar, asunto que no he podido
corroborar
Al estar Silverville, alejada de los centros
urbanos densamente poblados y carecer de cualquier medio moderno y electrónicos de información, los habitantes estables se vieron inmunizados de
las tendencias y cuestiones que afectan al resto de sus conciudadanos nacionales,
conformando los que normalmente denominamos como el ser nacional. Los
silvervilleaínos (podemos denominarlos con este gentilicio, que queda mejor que
silvervilleros) han logrando de esa
manera generar una idiosincrasia propia y auténticamente independiente, libre y
soberana. En otras y simples palabras. En Silverville, la gente hace lo que se
les canta y cada cual canta como quiere.
El pueblo tiene aproximadamente unos cinco mil habitantes,
y digo aproximadamente ya que a los silvervilleaínos no les interesa en
absoluto saber cuántos son, por lo que hace ya un siglo que dejaron de
contarse. Llevan eso sí un registro rudimentario de nacimientos y
fallecimientos, pero no es muy confiable. Las estadísticas no son su fuerte. También
tienen varias cabras, vacas y caballos, pero no se sabe cuantos son .
Una organización social, que podría decirse
clásica, tradicional, hasta un poco
medieval. Dirige el destino de los
habitantes un alcalde y doce consejeros, lo que nosotros llamamos concejales. Son
elegidos por voto popular y cantado cada diez años, práctica que por supuesto
ha generado disputas y rencillas entre los vecinos que perduraron varios años.
También, seguramente como un viejo resabio de las
épocas de la colonia, parecería ser que los vecinos que tienen sus casas más
cerca de la alcaldía y de la diagonal son los más pudientes o al menos los más influyentes
. Lo que sí es cierto e irrefutable es que como son los que menos caminan, pues son los más
gordos.
En general los lugareños son hospitalarios con los
extranjeros una vez vencido el recelo natural a lo desconocido, algo generosos
y excelentes cocineros de carne de ave asada (cóndores y demás bichos alados autóctonos
de la zona cordillerana). Ante la escasez y dificultad para conseguir en
abundancia estas aves, los lugareños los crían en cautiverio, cortándole las
alas para que no puedan elevarse en ningún
sentido. Los tratan como si fueran mascotas. Están bien alimentados y hasta los
entretienen llevándolos a ver partidos de futbol los domingos pero de ninguna
manera dejan que remonten vuelo
He podido determinar, gracias a mis conversaciones
con varios de los habitantes del pueblo que se encuentran limitados seriamente
para crecer en infraestructura ya que se niegan terminantemente a cambiar la
traza del pueblo, aborrecen los números impares y las líneas verticales, con lo
que , dicen , jamás construirán calles con esa orientación , de forma que para que se pueda construir una calle más,
están obligados a construir dos, para no romper la armonía norte – sur, con sus respectivas
acequias/canales , lo que implica una erogación que los habitantes del pueblo
no pueden ( y creo que tampoco están dispuestos) a costear. Bajo ninguna razón
aceptan construir calles verticales o en número impar, y a pesar de mi
insistencia, no logre sacar palabra alguna que aclare tal extraña razón. Quizás
antes de que abandone este pueblo pueda descubrirlo
La única forma de entrar o salir del lugar, como
puede observarse en el rudimentario mapa, es por medio de los extremos de la
diagonal. Generalmente se entra por la diagonal orientada hacia el norte y se
sale del pueblo por la diagonal orientada hacia el Sur.
Tanto el alcalde como los doce consejeros son elegidos
por voto popular cada diez años y viven
todos juntos en el edifico comunal, mientras dure su mandato. Todos los familiares
directos y los no tan directos trabajan en la alcaldía junto a los elegidos
para proteger y mejorar la calidad de los silvervilleaínos.
No poseen, como es natural en un pueblo olvidado
luz eléctrica, de forma que se rigen por
los ciclos naturales: tienen más actividad social en verano cuando los días son más largos y mucho menos en
invierno. Y si disponen de abundante cebo, fabrican velas, muchas velas.
El agua se obtiene por los deshielos y es encausada
a las acequias/canales mediante un complejo sistema de bombas, poleas y
mecanismos mecánicos que no supe determinar, ya que la ciencia mecánica está
muy alejada de mis preocupaciones y/o conocimientos. En verano como debe ser
abunda y en los inviernos, época de seca,
escasea de manera importante
A pesar de estos pequeños inconvenientes, los
habitantes de Silverville han logrado encontrar una solución que el resto de los habitantes de nuestro
país debería imitar. Podríamos resumirlo así: En Silverville lo que dice el Alcalde y sus funcionarios,
es, o,
lo que no se dice, no
existe”. Por ejemplo en las épocas de seca
donde el agua escasea, hasta el límite de desaparecer, la gente en sus
conversaciones cotidianas se felicitan por lo tersa que tienen la piel o lo
hermoso que le quedo el cabello recién lavado , aunque lleven semanas de tierra
acumulada y el olor a transpiración y mugre sea más que importante .
El Alcalde anuncia por decreto, generalmente en
esas épocas seis o siete días de Carnaval, donde la gente tira bombuchas
infladas con tierra en lugar de agua (que
no hay), pero todos ríen, saltan y bailan como si estuvieran jugando realmente
con agua.
Si dicen que están bien, pues están bien. Si dicen que no hace frio en invierno ni calor en
verano, pues es así, o por lo menos lo viven así, salvo yo que por supuesto no
estaba compenetrado de la cultura del lugar y por las noches cuando la
temperatura bajaba a casi cero grado me cagaba de frio. Pero era un problema mío,
sin duda. Por ejemplo jamás pude leer de noche cuando la única vela de que disponía
debido al racionamiento por la escasez de sebo, se apagaba. El resto de los
lugareños continuaban leyendo en voz alta, como si nada aunque creo que se aprendían
de memoria los textos de día para repetirlos en la oscuridad
Bueno, por hoy es suficiente. Mañana sera otro día.
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