Bueno, amigos, el almanaque me dice que estamos cerca del quince de marzo y es cuando debo subir el relato del mes a mi blog. Primero porque se los había prometido y no solo no queda bien no cumplir, sino que no es lo mío, eso de andar abandonando las cosas al poco tiempo.
Pero Febrero fue un mes de mucha actividad social, mucho cumple de gente querida, y mucha mesa en la vereda de cerveza con maní.
Encima con un cuento dándome vuelta por la cabeza, con una historia buenísima y corrigiendo, corrigiendo y más corrigiendo. De modo que poco escribí para el blog, solo puedo contarles esta
BREVISIMA HISTORIA DE TU REGALO DE CUMPLEAÑOS
Termino
el mes de Febrero y se me vino tu cumpleaños encima, y la pura verdad es que a esa fecha no tenía la
más remota idea que regalarte.
Pero
el ultimátum ya había sido emitido: “Pensá en lo que me gustaría que me regalaras”,
me dijiste un mediodía en el garaje cuando yo, inocente y como un hombre
normal, común y corriente, te pregunte: ¿Que queres que te regale para tu
cumpleaños?
Los
días pasaban, y yo, seguía sin tener la más remota idea que regalarte. Buscaba
algo diferente, que no sea más de lo mismo, pero teniendo en cuenta las limitaciones impuestas
desde siempre (ni se te ocurra regalarme una licuadora, es MI cumpleaños, así
que debe ser un regalo para MI), las posibilidades no eran muchas.
En
estos más de veinte y pico de años que estamos juntos, creo haberte regalado
casi todo lo que se le puede regalar a una esposa (dentro de los valores
materiales aceptables a nuestro presupuesto). En el mes de Marzo por tus
manos, a través de los años desfilaron: polleras, aros, pulseras, bombachas,
corpiños, suéteres, zapatos y sus variedades, (chinelas, sandalias, ojotas,
chatitas, etc.) camisas, remeras, anillos,
bolsos y sus variedades (carteras, billeteras, bolsos playeros, de tarde,
bolsitos de cosméticos, de cositas, porta documentos, bolsones, valijas, etc.),
chalinas, discos primero CD después, agendas,
libros, tarjetitas, cenas, escapadas románticas, anillos, colgantes, perfumes,
flores, chocolates y bombones, etc. etc. y más etc.
Bueno,
la cosa es, que me fui complicando con la oficina, y las cuentas, y lo que
había que hacer, y el resfrío, la tos y todo eso que vos yá sabes, y se me
pasaron los días.
Hasta
que de pronto, hace muy poco, me di cuenta, me ilumine. Lo que realmente quería
darte y lo que realmente creo qué queres es: Tiempo
De
modo que, definido el asunto, solo me quedaba
llevarlo a cabo, es decir comprarlo. Salí a buscarlo. Lo trate de conseguir en
los negocios del barrio Libertad, en el Puerto, en los bancos y casas de crédito,
en los bares tangueros de la Perla, en
la casa de Osias el osito en mameluco que paseaba por la calle Chacabuco, en los negocios de la
calle Guemes, Juan B. Justo o San Juan.
No
conseguí nada. Absolutamente nada. Y es lógico. Nadie vende tiempo, a lo sumo
te lo prestan o te lo alquilan. Lo único que venden es un aparato, más o menos
lindo, más o menos caro, que sirve para medirlo, pero tiempo lo que se dice
tiempo, no te lo vende nadie. Y no importa si es bueno o malo, si es de calidad
o berreta, eso no interesa. Basta la
sola mención que queres comprárselo para que tomen plena conciencia de su
escasez y se nieguen en forma absoluta y terminante a vendértelo. Cada
uno lo atesora como lo más preciado de su vida, aunque hasta ese momento no
sepan cuanto lo quieren o lo desperdician, aunque no se lo digan a nadie. Yo les decía que
es un poco, solamente, que es para regalárselo a la persona que amo. Nada, no
hay caso.
De
manera qué, ante el fracaso de poder conseguir
y comprarte tiempo en el mercado, la única opción que me queda, dado el
vencimiento imperioso del plazo (solo
faltan treinta minutos para que comience tu cumpleaños), es darte un poco del mío.
Por
lo tanto, mi amor, te regalo: Dos medias mañanas por mes de mis sábado ingles. Las tardes de domingo lluvioso de
películas, mate y pochoclos. Algunas de mis noches (pero no esas que estoy con mis
amigos) en que escucho la música que me gusta y me tomo uno que otro whisky. Mis horas de sueño profundo, para que cubras
tus horas desveladas. Mis momentos de alegría para que se lleven tu tristeza. Mis esporádicos y escasos días de
paz, para que los metas entre tus enojos.
Y por último el tiempo de las mañanas, ese que flota entre mate y mate, antes
de tener que irme a trabajar.
Y
para que siempre te acuerdes, también te regalo uno de esos aparatos más o menos lindo, más o menos caro para poder medirlo, pero eso es lo de menos,
¿me parece? Feliz Cumpleaños, con amor, Oscar
Muy bueno Oscar, Tiempo...lo mejor que podemos dar de nosotros jejeje. Me gusto el cuento. Abrazos.
ResponderEliminarMuchas Gracias Marcos, me alegro que te guste. Abrazos y a seguir narrando
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