Muy contento. Acabo de recibir algunos ejemplares de mi libro "Pequeños Homenajes" impresos
Escribimos y materializamos los pensamientos en palabras. Transformamos lo abstracto en material, lo fantástico en creíble. Nos desapegamos de nuestros sentimientos. Pero, ¿es para siempre?
Oscar R. Ruiz
(en algún lugar tengo que poner y mostrar lo que escribo. Hasta ahora, no encontré uno mejor que éste)
El blog de Oscar Ruiz
El blog de Oscar Ruiz
26/7/13
13/7/13
El Relato del mes : JULIO
El frio de Julio se llevó los superheroes y los músicos en ciudades lejanas. En cambio me dejo solo una historia pequeña, quizás mucho más común de lo que uno cree. Un poco oscura eso si, pero solo porque ocurre de noche, donde todos los gatos son pardos y la magia es mas fácil que ocurra... Se las comparto.
Las
palabras mágicas
Llegó a la whiskería a eso
de las once, once y cuarto a más tardar, como lo viene haciendo casi todos los
días desde hace dos meses. Se peinó con
la mano el pelo canoso y ralo; se
acomodó la camisa arrugada dentro del pantalón y se aflojó la corbata.
Entonces la buscó entre las
luces de colores: rojo en el neón, amarillo en los veladores de pantallas
mugrientas y luz negra en la barra. Hay
menos humo que otros días, de manera que no le costó encontrarla con la vista.
Sentada con un cliente en uno de los sillones del fondo.
Le da la espalda y se acodá en
la barra. Pide un Criadores. Paga. Espera
pacientemente a que ella se le acerque. Mientras tanto saborea el whisky.
Está seguro que muy pronto
dejará al tipo con el que esta. Tiene pinta de amarrete.
Nadie como él para dejar
propinas generosas o pagar copas. Ella sabe. El sabe. Ninguna de las otras
mujeres del bar se le arrima. No pierden el tiempo, todas saben a quien busca,
a quien espera.
Al rato nomás, ella le da un
beso en la mejilla al tipo y se levanta del sillón.
Camina los pocos metros que
la separan de la barra, donde él está. Camina despacio, tratando que sus experimentados
diecisiete años luzcan lo más sensual posible.
El sigue de espaldas, no la
ve, no se mueve, sin embargo sabe que ella viene acercándose, pantera sigilosa,
la olfatea, la percibe. La siente como
todas las noches.
Al fin llega a la barra. A
su lado. Le apoya una mano fría en la nuca, en una caricia forzada, y le susurra
al oído: Hola…, papito. Hoy tenés algo
para mí. Mientras con la otra mano
le acaricia la entrepierna.
Son las palabras mágicas que
lo hacen sentir poderoso. Deseado.
Viril. Erecto.
Ahora sí. Apura el whisky,
le deja los cien pesos entre los pechos
pequeños y se va.
Hasta mañana.
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