Una tarde de sábado de Julio del 2011, mientras trataba de escribir algo
coherente en casa, revisaba mi carpeta de apuntes, ideas y algunos párrafos escritos.
Mientras tanto me llenaba el alma y los oidos deleitandome con la musica de Astor Piazzola
De golpe y por esas
rarezas de la cabeza, se me ocurrio pensar como habría sido la separación
de Astor con Amalita Baltar. Fue la epoca en que los dos estaban en Italia, Astor habia grabado Libertango y tambien el tremendo CD con Gerry Muligan.
Las 5 primeras frases las tenia escritas, desde hacia mas de
un año, pero aun no tenia historia. De allí
en mas fue simple, solo tuve que juntar
ambas cosas y quedo este cuento hecho con respeto y admiración a esos dos
tremendos artistas.
BALADA PARA ASTOR
Me
despierto sobresaltada, tarde muy tarde, serán las tres o las cuatro, no lo sé
a ciencia cierta. Giro mi brazo derecho instintivamente para tocarte y encuentro
el abismo de las sábanas vacías. Tomo conciencia de que te fuiste. Desde
la cocina, el zumbido apagado de la
heladera interrumpe de a ratos el
silencio de la casa. Otra noche más sin
poder dormir. Me sale el incendio desde el estómago que me hace retorcer de
dolor.
Me
levantoMe paroBajo las escalerasVoy a la cocinaTomo aguaMiro por la ventanaVoy
al bañoCamino hasta el livingPrendo la
teleLa apagoAgarro un puchoTomo antiácidoEl incendio no paraVoy y vengo de la
nada al vacío. fuuu. Respiro hondo. Una, dos, tres veces. El reloj
canta las tres.
Abro
la ventana y la noche me pega fuerte en la cara. Tranquilidad. Silencio. Solo se ve la luz de
la esquina, es la hora que me gusta, prendo la hornalla, pongo la pava para
hacerme unos mates -a pesar de la acidez-
ya resignada a no dormir más,
mientras tanto pienso en nada, en vos,
en mí, en mi vida, la familia, los amigos, lo que quiero, lo que no pudo ser.
“Primero
hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento”.
–Qué Impresionante este tipo Expósito, dieciséis años y escribiendo así, qué
impresionante. Sus versos me dan vuelta en la cabeza. No me los
puedo sacar. Tarareo bajito. Me dan unas
ganas tremendas de escuchar un tango tuyo, –el último tango tuyo en Italia-
pero es muy tarde y los vecinos se van a cabrear. Me las aguanto, hoy no
estoy para peleas.
Desde
la ventana veo la Piazza Navona y el
obelisco egipcio de la Fontana dei Quattro Fiumi y
otra vez -como siempre- me hago la ilusión de que estoy mirando desde
lejos la avenida Corrientes y mi amado Obelisco, pero es tan distinto. La
acidez me ataca en oleadas.
––¡Má
sí, yo lo escucho, que se jodan los vecinos, total no me ven más!
–suelto en un alarde de egoísmo vecinal poco común en mí.
Tomo
un disco de la pila y lo pongo en el tocadiscos. Los primeros acordes de
bandoneón de Amelitango suenan con toda su potencia. Es tu regalo, es mi
despedida.
El
teléfono me asusta:
–¡Hola!.
–¡Amalita!...querida, ¿cómo estás?–
, me contesta una voz que reconozco
inmediatamente.
–¡Ferrer!... ¿qué hacés llamándome a esta
hora?.
–A esta hora ¿qué? – me dice como si
fuera lo más natural del mundo– si son las siete de la matina y me estoy yendo a apoliyar .
–¡Ah sí, mirá qué bien! Para que
sepas Horacio en Bs.As. serán las siete,
pero acá en Roma son las tres, pedazo de gil.
–Y…viste piba “ya sé que estoy piantao,
piantao, piantao”– Me canta, sacándome
una sonrisa. Inmediatamente se pone
serio.
–
Bueno, ya está, ¿cómo estás?
–Llevándola, me imagino que te
enteraste y por eso me llamás.
–Y sí, vos sabes que con Astor no tenemos secretos.
¿Necesitás algo?.
–No, nada, tiempo solamente, en unas
horas sale mi vuelo. Acá ya no tengo
nada que hacer, además Italia en Setiembre es triste, muy triste y la primavera está en Bs.As. –digo como si quisiera convencerme a mí misma
de que allá voy a estar mejor.
–Me alegro de que vuelvas, cuando
estés ubicada llamáme que hay un montón de presentaciones
para hacer. Balada para un loco sigue
pegando mucho, cada vez más
–Bueno. ¿Hablaste con Astor?, ¿cómo
está? –Pregunto ansiosa.
–Bien, bien, dentro de lo que da la situación. Quedáte
tranquila. Metió todas las pilas en la grabación de “Summit” con Gerry
Mulligan y el éxito de
“Libertango” lo levantó un poco. Ya va a
salir, necesita tiempo.
–Los dos sabíamos antes de venir a
Italia que la cosa no iba a funcionar. No pude dejarlo solo después del
infarto. Pero ya no va más.
–Ya lo sé. No tenés nada que
explicar ni justificar. A veces con el amor solo no alcanza. Cuídate, los quiero mucho a los dos –Se despide
–Chau.
Cuelgo. Inevitablemente te pienso, mientras los
primeros acordes de “Tristango” empiezan
a sonar.
Nunca
hubo ni habrá, para este momento un tango tuyo mejor.
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