Oscar R. Ruiz

(en algún lugar tengo que poner y mostrar lo que escribo. Hasta ahora, no encontré uno mejor que éste)

El blog de Oscar Ruiz

16/11/12

Pequeña historia de un cuento corto - BALADA PARA ASTOR



Una tarde de sábado de Julio del  2011, mientras trataba de escribir algo coherente en casa, revisaba mi carpeta de apuntes, ideas y algunos párrafos escritos.  
Mientras tanto me llenaba el alma y los oidos deleitandome con la musica de Astor Piazzola
De golpe y por esas  rarezas de la cabeza, se me ocurrio pensar como habría sido la separación de Astor con Amalita Baltar. Fue la epoca en que los dos estaban en Italia, Astor habia grabado Libertango y tambien el tremendo CD con Gerry Muligan.
Las 5 primeras frases las tenia escritas, desde hacia mas de un año, pero  aun no tenia historia. De allí en mas fue simple, solo tuve que  juntar ambas cosas y quedo este cuento hecho con respeto y admiración a esos dos tremendos artistas.    



BALADA PARA ASTOR
           Me despierto sobresaltada, tarde muy tarde, serán las tres o las cuatro, no lo sé a ciencia cierta. Giro mi brazo derecho instintivamente para tocarte y  encuentro  el abismo de las sábanas vacías. Tomo conciencia de que te fuiste. Desde la  cocina, el zumbido apagado de la heladera  interrumpe de a ratos el silencio de la casa.  Otra noche más sin poder dormir. Me sale el incendio desde el estómago que me hace retorcer de dolor.

Me levantoMe paroBajo las escalerasVoy a la cocinaTomo aguaMiro por la ventanaVoy al bañoCamino hasta el  livingPrendo la teleLa apagoAgarro un puchoTomo antiácidoEl incendio no paraVoy y vengo de la nada al vacío.  fuuu.  Respiro hondo. Una, dos, tres veces. El reloj canta las tres. 

            Abro la ventana y la noche me pega fuerte en la cara.  Tranquilidad. Silencio. Solo se ve la luz de la esquina, es la hora que me gusta, prendo la hornalla, pongo la pava para hacerme unos mates -a pesar de la acidez-  ya resignada a no dormir  más, mientras  tanto pienso en nada, en vos, en mí,  en mi vida,  la familia, los amigos,  lo que quiero,  lo que no pudo ser.

            “Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento”. –Qué Impresionante este tipo Expósito, dieciséis años y escribiendo así, qué impresionante. Sus  versos  me dan vuelta en la cabeza. No me los puedo  sacar. Tarareo bajito.  Me dan unas  ganas tremendas de  escuchar  un tango tuyo, –el último tango tuyo en  Italia-  pero es muy tarde y los vecinos se van a cabrear. Me las aguanto, hoy no estoy para peleas.

Desde la ventana veo la Piazza Navona  y el obelisco egipcio de la Fontana dei Quattro Fiumi   y otra vez -como siempre- me hago la ilusión de que estoy mirando desde lejos  la avenida Corrientes  y mi amado Obelisco, pero es tan distinto. La acidez me ataca en oleadas.

––¡Má sí, yo lo escucho, que se jodan los vecinos, total no me ven  más!  –suelto en un alarde de egoísmo vecinal poco común en mí.  

Tomo un disco de la pila y lo pongo en el tocadiscos. Los primeros acordes de bandoneón de Amelitango  suenan  con toda su potencia. Es tu regalo, es mi despedida.    

            El teléfono me asusta:

            –¡Hola!. 

            –¡Amalita!...querida, ¿cómo estás?– , me contesta una voz  que reconozco inmediatamente.

             –¡Ferrer!... ¿qué hacés llamándome a esta hora?.  

            –A esta hora ¿qué? – me dice como si fuera lo más natural del mundo– si son las siete  de la matina y me estoy yendo a apoliyar  .

            –¡Ah sí, mirá qué bien! Para que sepas Horacio en Bs.As. serán las siete,  pero acá en Roma son las tres, pedazo de gil.

            –Y…viste piba “ya sé que estoy piantao, piantao, piantao”–  Me canta, sacándome una sonrisa.  Inmediatamente se pone serio.

– Bueno, ya está, ¿cómo estás?

            –Llevándola, me imagino que te enteraste y por eso me llamás.

            –Y sí,  vos sabes que con Astor no tenemos secretos. ¿Necesitás algo?.

            –No, nada, tiempo solamente, en unas horas sale mi vuelo.  Acá ya no tengo nada que hacer, además Italia en Setiembre es triste, muy triste  y la primavera está en Bs.As.  –digo como si quisiera convencerme a mí misma de que allá  voy a estar mejor. 

            –Me alegro de que vuelvas, cuando estés  ubicada  llamáme que hay un montón de presentaciones para hacer. Balada para un loco  sigue pegando mucho, cada vez más 

            –Bueno. ¿Hablaste con Astor?, ¿cómo está?  –Pregunto ansiosa.

            –Bien, bien,  dentro de lo que da la situación. Quedáte tranquila. Metió todas las pilas en la grabación de “Summit”  con Gerry  Mulligan  y el éxito de “Libertango” lo levantó un poco.  Ya va a salir, necesita tiempo.

            –Los dos sabíamos antes de venir a Italia que la cosa no iba a funcionar. No pude dejarlo solo después del infarto. Pero ya no va más. 

            –Ya lo sé. No tenés nada que explicar ni justificar. A veces con el amor solo no alcanza. Cuídate,  los quiero mucho a los dos  –Se despide

–Chau.

            Cuelgo.  Inevitablemente te pienso, mientras los primeros acordes de  “Tristango” empiezan a sonar.

            Nunca hubo ni habrá, para este momento un tango tuyo mejor. 

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