Es que hay algo más parecido a la paz, que una calle marplatense – por ejemplo Irigoyen - , a las 2 de la mañana un lunes 30 de Mayo, sintiendo el aire fresco y frio sobre la cara y todo el silencio de la noche en una ciudad dormida
Tengo que reconocer que me genera una sensación muy especial, difícil de describir casi cercana a la fascinación
Eso si, no es igual ni tan intensa como la que me provoca salir de mi casa , en invierno, alrededor de las 5 de la mañana, cualquier día de semana, - obligado por el laburo a tener que iniciar un viaje a alguna localidad cercana - recorrer las calles de mi ciudad, vacías y casi en silencio absoluto , y empezar a ver las luces de los baños o los dormitorios de las casas que se empiezan a prender, avisándome que sus dueños se levantaron y automáticamente , se me instala en la mente la fantasía de imaginarme o de querer saber , cómo es la vida de esa gente desconocida, anónima y que con seguridad no conoceré jamás, que es lo que están haciendo , si estarán enfermos , o simplemente se levantaron al baño a mear , de que trabajan , si viven solos o no , si discutieron con su pareja , si recién llegaron a su casa o se están levantando para empezar el día, si son felices o por el contrario los aqueja un dolor que los obliga a deambular por la casa .
La ciudad se despierta, se despereza ,empieza a andar y yo me estoy yendo de ella
Es la hora de los tangos melancólicos silbados bajitos, o para escuchar ese violín tibio, dulce, envolvente y ancestral del Chango Spasiuk en “Tristeza”.
Es la hora del alma recién levantada, - con suerte , con mucha suerte - nueva y limpia
Hora de crepúsculo, de sonámbulos y trasnochados, de soledades o de visitas pasajeras que llenan un rato. Hace un tiempo atrás , de prender el primer cigarrillo del día o apurar el ultimo trago, De poner el agua en el fuego para el mate mirando la llama de la hornalla casi como hipnotizado, o la negrura de la calle a través de la ventana de la cocina ,y por supuesto lo mejor : de estar a solas conmigo mismo, mis utopías y mis miserias.
Es una hora casi, casi eterna, que dura muchísimo mas que los 60 minutos estandarizados y aprendidos, depende de que, quien y cuando, interrumpa en nuestros pensamientos
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